El histrionismo de Jacinto Gonzáles
Roberto Santos
Hay quienes gustan aprender con el método didáctico de los golpes. Masoquistas, les dicen.
Es lo que pasa con el inexperto joven metido a político y que por quien sabe qué hierbas, está en la dirigencia de Morena.
Se trata de Jacinto Gonzáles Varona, semejante a aquella tortuga que nadie sabe por qué está encima de un poste, ni para qué, y tampoco nadie sabe cómo subió, pero es necesario ayudarle a bajar.
Dicen los morenologos –los expertos en lo que sucede en este partido– que es altamente probable que despidan al dirigente y nombren a otro más abusado, que no abusivo como el que ahora está.
Su error es su compulsión a quedar bien y fallar en el intento.
O que no consigue darle sentido de la realidad a sus pensamientos.
En términos políticos, abrir frentes de batalla cuando no es necesario.
Hasta de los indomables escuadrones de la muerte puede aprender, cuando aquellos dicen: “llévensela calmada. Estamos bebiendo en paz.”
Jacinto creyó que al salir a pegarles a los ayuntamientos del PRI y el PRD al señalarlos de estar coludidos con los grupos narcos, sus compañeros lo pasearían en hombros por los pasillos del Congreso y de su partido.
Pero no fue así. Nadie le hizo fiesta ni le quemó cohetes, siquiera.
Tampoco terminó convertido en niño héroe, si es que eso pensaba.
Quería lucimiento y lo deslucieron los demás al revirarle sus dichos.
Ni a sus compañeros de partido les pareció bien su afán histriónico.
Y es que ni el PRI ni PRD habían entrado en controversia después de lo publicado por el periódico Reforma.
Incluso la diputada, Ely Camacho Peñaloza le dijo que han sido respetuosos del gobierno del estado y han contribuido con la gobernabilidad.
Si hay alcaldes vinculados al narco, debería señalarlos y aportar las evidencias, pero esto es como cuando jalas el hilo de un tejido, no sabes dónde se va a detener.
Payaso, mitómano, mentiroso, son algunos de los adjetivos que lanzaron en su contra, y un morenista dijo en el Congreso que intenta lucirse para legitimarse en la dirigencia.
Ante las posturas de los demás, Jacinto en su necedad insiste en su dicho de que los presidentes municipales calentanos priistas y perredistas tienen ligas con el narco y, envalentonado, niega que se vaya a retractar.
Finalmente ya no se sabe a quién defiende o con quien pretende quedar bien, porque a quien supone respaldar, le causó más problemas que soluciones.
Jacinto abrió un frente de controversia con el PRI y PRD, innecesario para la estabilidad política del estado, pero un intento para su lucimiento personal.
Veremos en qué termina este capítulo del histrionismo de Jacinto.