¿A quién culpar por los muertos en Acapulco?
Roberto Santos
Culpar a alguien en particular de los ocho muertos sucedidos en la madrugada de este lunes, no tiene mucho sentido.
El empresario donde asesinaron 4 hombres puede tener culpa al no respetar los horarios de venta establecidos de antemano.
Pero también hay que recordar que son ellos los que ofrecen empleos y dinamizan la economía local, por lo que las autoridades tienen la obligación de protegerlos.
Así que es menester insistir en que difícilmente se combatirá el accionar de las bandas criminales si no existe coordinación entre los tres órdenes de gobierno.
Pero también hay un tercer elemento: la sociedad.
Si no existiera demanda de estupefacientes no habría crímenes. La demanda genera guerra del mercado entre bandas criminales.
Y hemos visto que un solo nivel de gobierno no puede con ella. Así que cuando un nivel no participa, las acciones operativas se encuentran cojas y no hay resultados.
Es el momento de saber que jamás vamos a regresar al mundo utópico de cero violencia y cero muertos. Quiénes eso piense está muy equivocado.
El paraíso jamás volverá a ser posible.
Es necesario entender que nuestra naturaleza contiene elementos violentos que por momentos afloran sin límites.
En la sociedad siempre existirán hombres perversos y con rasgos psicópatas carentes de empatía y capaces de ejercer altos grados de violencia en contra de sus semejantes.
Hay quienes disfrutan haciendo daño; hacen lo que una persona normal jamás haría.
Sartre decía que la violencia hace “sociedad”, una sociedad que es la inmunda caricatura de la sociedad de la razón y del amor.
Los antropólogos señalan que el hombre es capaz de ejercer su fuerza contra sí mismo. Sólo la especie humana es capaz de destruirse, precisamente porque ha perdido la capacidad de regularse.
“Lobo es el hombre para el hombre” decía Hobbes, frase extraída de la obra Asinaria, de Plauto para referirse que el estado natural del hombre lleva a la lucha continua contra su prójimo.
Así que antes de espantarnos y condenar la violencia vista como un fenómeno exterior al ser humano, hay que entender que en realidad nos acompaña sin cesar.
Es cierto que las autoridades tienen la obligación de ofrecer seguridad a la población, pero es necesaria la unidad de la sociedad con sus autoridades y de la exigencia para que esas fuerzas violentas paren sus acciones de sangre.
Hasta el momento ningún grupo organizado: empresarial, social o religioso han exigido a esas manos asesinas que dejen de causar daño a los demás.
Que la población reaccione en contra de las autoridades, como en redes sociales lo han hecho, es cumplir las expectativas de estos grupos criminales.
Reaccionar de la manera en que esperan que la población lo haga, es cumplir sus expectativas, porque de lo que se trata es crear desestabilización social y política para quienes gobiernan en el puerto y el estado.
Además de ello es poner en entredicho la actuación de las policías estatales, federales, así como el Ejército y la Marina, como instituciones que no han podido frenar esta ola de violencia; los tres últimos como parte del gobierno federal.
Hace falta fijar la culpa en quienes verdaderamente cometen los asesinatos y a ellos señalar como los objetivos fundamentales del accionar de las autoridades y de la misma sociedad.
Hay que culpar a quienes son los asesinos de la tranquilidad del puerto y del estado: los grupos violentos del narco.
Y exigir esa coordinación entre instituciones policíacas para que verdaderamente actúen como están obligadas a hacerlo.