La versión oficial es que una patrulla de la Policía Estatal marcó el alto a una camioneta Nissan Frontier NP300 con reporte de robo la noche del jueves en la entrada a Chilpancingo, sobre el viejo libramiento a Tixtla, luego de que el arco del REPUVE detectó que se trataba de un vehículo robado. Que los tripulantes al ver a los policías dispararon contra ellos, y que en respuesta fue asesinado un masculino que resultó ser un estudiante de la Normal rural de Ayotzinapa, igual que sus acompañantes, que viajaban con bebidas alcohólicas y con bolsitas de supuesta droga.
La versión de Ayotzinapa y de organizaciones afines, es que el Gobierno de Guerrero reprime a los movimientos sociales, y que el asesinato del normalista identificado como Yanqui Rothan Gómez Peralta fue consecuencia de un ataque directo de los policías. Niegan, por supuesto, que portaran un arma y llevaran alguna droga en el vehículo.
A la ciudadanía le surgen preguntas como: ¿qué hacían los normalistas de Ayotzinapa conduciendo una camioneta robada, mientras consumían alcohol y portaban armas la noche del jueves en Chilpancingo? Si la Policía de Guerrero les marcó el alto en el retén sobre la entrada a la capital, por detectar una camioneta con reporte de robo en el libramiento a Tixtla, ¿por qué no se detuvieron, como lo hace cualquier ciudadano ante la autoridad?
Por lo contrario, los normalistas dispararon contra los elementos de la Policía, quienes respondieron la agresión y como saldo quedó un normalista fallecido y un detenido.
En la camioneta robada, en posesión de los normalistas, igual que muchos vehículos que arrebatan a choferes de diversas empresas, la Policía encontró un arma de fuego, botellas de cerveza y una bolsa de sustancia cristalina, presumiblemente droga.
La reacción virulenta de los normalistas no se hizo esperar, y alrededor de las 2 de la mañana un contingente de estudiantes prendió fuego a una patrulla en Chilpancingo, en las inmediaciones del mercado central.
Cerca de las 4 de la mañana, presuntos normalistas -por aquello de que un argumento muy recurrido es que hay infiltrados en su movimiento- incendiaron otra camioneta de la policía estatal.
Y en la opinión pública se acumulan cuestionamientos: ¿a quién culpar de que las víctimas sigan siendo normalistas de Ayotzinapa? Los jóvenes, de origen humilde en su mayoría, son enviados por sus padres a estudiar para labrarse un mejor futuro, pero en el camino son utilizados por líderes que los manejan para sus aviesos intereses, entre estos convertirse en la piedra en el zapato de cualquier gobierno.
¿Por qué los jóvenes, de quienes se esperaría que estuvieran en su escuela, que funciona como internado, estaban en la calle durante la noche y se transportaban en una camioneta robada?
Aún más, ¿por qué traían cervezas, un arma y presunta droga? ¿Por qué no se detuvieron cuando les marcaron el alto los policías estatales?
Es común que con el argumento de movilizarse por diferentes demandas, los normalistas de Ayotzinapa, encapuchados siempre, recurran no solo al bloqueo de calles y a desquiciar a terceros con sus acciones, como el saqueo de comercios, el robo de vehículos, la vandalización de edificios públicos, y que después se laven las manos diciendo que hay infiltrados en su movimiento, prometan investigar, pero que al final no pase nada y sus actos sigan en la impunidad.
A doce años del 12 de diciembre del 2011, hay quienes siguen sin entender a quién se le ocurrió movilizar a los estudiantes a un bloqueo en Chilpancingo, con el funesto saldo de dos normalistas muertos y un ciudadano que trabajaba en una gasolinera calcinado por querer sofocar el fuego de una bomba dispensadora de gasolina, incendiada por los manifestantes.
También se cuestionan por qué los llevaron a Iguala la noche del 26 de septiembre del 2014, para que a casi 10 años sigan sin ser localizados 43 de sus compañeros, aunque el caso les siga dando margen para sus protestas y para seguirse victimizando.
“Que se quiten la capucha”, pidió el presidente Andrés Manuel López Obrador a quienes están en la lucha social, porque no se reprime la protesta en su gobierno.
A un ciudadano común, la Policía lo lleva a barandilla por la mínima falta administrativa, pero a los normalistas de Ayotzinapa se les permite una serie de tropelías con el pretexto de que solo están ejerciendo su derecho a la protesta social, sin que nadie los moleste, como sí ocurre en desalojos a otras organizaciones. Así los niveles de impunidad en los que se mueven los inquilinos de Ayotzinapa.
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