Los muertos en Acapulco y Chilpancingo
Roberto Santos
Apenas iniciaban las actividades de oficina cuando este martes en Chilpancingo una mujer cayó víctima de 9 balazos, que alguien le dio por la espalda.
Para antes de la medianoche ya sumaban, entre lunes y martes, seis asesinados: 3 mujeres y 3 hombres.
Pero volviendo a la mujer que ultimaron con 9 balazos, habla de una causa muy grave o de un trastorno también grave del autor de este crimen.
Será que quiénes asesinan han perdido control de su conducta a la hora de disparar en contra de sus víctimas.
Quizá sea el exceso de droga que difumina los límites entre cordura y locura o simplemente personas sin conciencia o remordimientos. Psicópatas, pues.
El lunes, en Acapulco mataron a dos masculinos, y los asesinos dejaron una cauda de heridos.
Si asesinar ya es un exceso, también lo es dejar tirados múltiples heridos, que por mala suerte estuvieron en el lugar.
La pregunta obligada: ¿era necesario ese baño de sangre? O también estuvieron presentes personas que no tienen respeto ni valor por la vida, sin escrúpulos ni emociones. Otra vez, ¿psicópatas?
A los heridos los levantaron sus familiares y Protección Civil.
La Fiscalía General del Estado se ocupó de levantar los cuerpos y los casquillos percutidos para iniciar las investigaciones.
Esa falta de piedad, propio de las personalidades sin sentimientos, está presente en los asesinatos que a diario se presentan en el puerto y en Chilpancingo.
Esa puede ser la explicación del uso excesivo de las balas en concordancia con la ausencia de remordimientos.
Hace algunos días, en la capital, incendiaron un negocio de mariscos y ahí quemaron al velador. ¿Quiénes lo hicieron tendrán algún remordimiento o sentimiento de culpa?
Ayer lunes asesinaron a un chofer de la ruta Chilpancingo-Xochipala y dejaron herida a una mujer que atendía la tienda donde él estaba. ¿Acaso era necesario atentar contra la mujer?
En Acapulco ya es común que un grupo refrende su firma asesina, eliminando a sus víctimas mediante el uso de torniquete, una manera cruel, dolorosa, y lenta de asesinar.
Es decir, hay una ausencia total de códigos de respeto entre bandas, y a las víctimas se les hace el mayor daño posible, mensaje directo sin subterfugios para sus enemigos. A esto se agrega el nulo respeto a quienes están cerca, que resultan baleados.
Ante todo esto, una buena: Que la Policía del Estado y Ministeriales detuvieron a cuatro hombres armados sospechosos de realizar el tiroteo en la playa de Acapulco.
Habrá que ver las redes sociales donde la población da cuenta que las corporaciones como la Guardia Nacional y la Sedena solo los ven paseando sin actuar. Esa ha sido el señalamiento constante, que estas corporaciones no han logrado cumplir el objetivo para los que fueron sacados a las calles.
Y eso lo sufre el estado.
En Acapulco, se ve una presidenta inmóvil ante el incremento de la violencia durante su administración y nada abona con su policía municipal.
Y en Chilpancingo también han aumentado los asesinatos, por lo que la presidenta municipal debería exigir a su equipo de Seguridad Pública ponerse a trabajar para dar resultados positivos y dejen de simular, como muchos de sus funcionarios lo hacen. Porque seguir en la misma ruta, en nada ayuda a la población ni a su administración.